sábado, 23 de febrero de 2008

Muere el Papa tras 26 años de servicio a la Iglesia

Fallece el Papa; el pasado sábado 2 de abril, a las 21:37 horas falleció en su residencia del Vaticano. Los devotos a la Santa Cruz de Arriba, sienten un hondo pesar por la desaparición del Santo Padre. Su Santidad ha recibido elogios de todas las personalidades del mundo.

SU VIDA...
“Y eso volverá a ocurrir nuevamente, cuando la necesidad surja, luego de mi muerte”. Juan Pablo II la miró de frente. Con valentía. Y supo que una fumata blanca, sobre la Capilla Sixtina, repetiría el nombramiento que él vivió aquel lejano 16 de octubre de 1978.
El Papa viajero ha emprendido sereno su último viaje, el número 104. Escribió sobre la muerte en su libro de poemas Tríptico romano. “Si quieres encontrar el origen/tienes que ir hacia arriba, en contra de la corriente./Corre, busca, no te rindas”. Nunca se rindió y eso dio credibilidad a sus palabras. Se convirtió en coherencia hecha hombre. Un hombre que ha dejado mucho corazón sembrado en tierra.

En un lugar de Polonia...
Pionero sin quererlo, Carol Jozef Wojtyla se convirtió, tras 455 años, en el primer Papa de origen no italiano. Nació en Wadowice, un pueblo al sur de Polonia, el 18 de mayo de 1920. Su infancia no fue fácil. Tampoco su adolescencia.La muerte visitó con demasiada frecuencia su casa. Primero fue su madre, una maestra de origen lituano, que falleció cuando el niño Wojtyla tenía ocho años. Luego, su hermano. Y la soledad llegó cuando su padre, un oficial del ejército austro-húngaro, murió en los incipientes tiempos de su juventud. En ese momento, alentado por el cardenal Sapieha, decidió prepararse y emprender el camino del sacerdocio, una decisión no exenta de espinas.Cuando el 1 de septiembre de 1939 las tropas de Hitler ocuparon Polonia, y sembraron de muerte el país, el joven Wojtyla organizó -junto a otros jóvenes- una Universidad clandestina para poder estudiar. Además, evitó la deportación a Alemania trabajando como obrero en una cantera y, luego, en una fábrica química. En aquella época, y son muchos los testimonios que a lo largo de los años han ido apareciendo, salvó la vida de muchos judíos perseguidos por la ciega intolerancia del nacional socialismo.Años después, visitó el monumento a la Memoria del Holocausto y pronunció un discurso cargado de humanidad: “Queremos recordar pero por un motivo: para asegurar que nunca jamás prevalecerá el mal, como sucedió para los millones de víctimas inocentes del nazismo. ¿Cómo pudo el hombre despreciar tanto al hombre? Porque había llegado al extremo de despreciar a Dios. Sólo una ideología sin Dios podía programar y llevar a cabo el exterminio de un pueblo entero.Poco después del hundimiento del III Reich, llegó el comunismo a su país. Y no le fue nada fácil compatibilizar su fe con un régimen político opuesto a toda manifestación religiosa. En su autobiografía, ¡Levantaos, vamos!, cuenta la anécdota del momento en el que le llegó el comunicado de que había sido nombrado obispo de Cracovia (diciembre de 1963). Estaba con los jóvenes de su parroquia -en público le llamaban “tío” para evitar la represión de las autoridades- en una excursión por las montañas. Disfrutaban de la naturaleza y montaban felices en en canoa. Cuando le anunciaron su nuevo cargo, él no pudo evitar pensar que como obispo tal vez ya no podría volver a practicar este deporte: “En realidad, en muchas ocasiones pude volver a ir en canoa, prácticamente hasta 1978”.El Vaticano se convirtió, a partir de ese año, en su nueva casa. Su morador, que aún no había cumplido los sesenta, estaba llamado a convertirse en el Papa de la conciliación. En el Santo Padre de vitalidad desbordante que, sin alardes ni grandes gestos, batió un sinfín de récords que definieron el empuje y la decisión en su pontificado. Pero aún quedaban largos años para el cónclave que le nombraría sucesor de San Pedro.

Arduo camino hacia el Vaticano
En mayo de 1967, Carol Wojtyla dio un paso más hacia el Vaticano. Con 47 años de edad, fue nombrado cardenal por el papa Pablo VI. Cuando en 1978 muere este Papa, el cónclave elige a Albino Luciani, de 65 años, al que se conoció desde el primer instante como el Papa de la Sonrisa. Sin embargo, murió a los 33 días de ser elegido. Un nuevo cónclave decidió el nombre del nuevo Papa, el cardenal Wojtyla. Fue investido el 22 de octubre. Cuando salió al balcón se presentó a sí mismo como un obispo “de un país lejano”. Minutos antes, mientras el sastre le retocaba la sotana blanca preparada para la ocasión había comentado feliz: “Desde luego, por falta de valor de los señores cardenales para elegir a un Papa de Polonia no ha quedado...” Dicen quienes vivieron este hecho que luego exclamó, resignado y sonriente, la frase con la que, desde entonces, empieza y termina sus intervenciones públicas: “¡Alabado sea Jesucristo!”.

Conciliación sin fronteras
Las experiencias vitales de Carol Wojtyla le hicieron ponerse “inmediatamente al lado de los más pobres, de los desheredados, de los oprimidos, de los marginados y de los indefensos”. Esta opción de vida la llevó hasta sus últimas consecuencias. Quiso difundir con coraje el mensaje de la Iglesia. Por eso, se ganó el calificativo de Papa viajero, porque viajero fue hasta sus últimos días y en viajeros convirtió a muchos creyentes que acudían solícitos a escuchar su palabra.Papa es acrónimo de Pater Pastor (padre pastor). Y este ha sido el papel que ha desempeñado Juan Pablo II en sus 26 años de pontificado (se trata del tercer Pontificado más largo de la historia del Papado, sólo superado por san Pedro (no se conocen fechas precisas) y Pío IX (quien superó los 31 años como Santo Padre). Un padre que ha velado por los suyos; un pastor que ha guiado por los intrincados caminos del planeta. De hecho, sumando kilómetros, el primer Papa polaco de la historia ha dado veintiocho veces la vuelta al mundo. Como si hubiera viajado a Marte en tres ocasiones. Pero para qué volar a otro planeta cuando había tanto que hacer en la Tierra. De los 268 países que componen el mundo, el Papá besó el suelo de 129.Pero no es sólo él quien viajó a reunirse con los fieles. Muchos fueron los fieles que, al menos una vez en su vida, quisieron acudir a la plaza de San Pedro para escuchar las palabras del Santo Padre. En Roma, Juan Pablo II recibía una media de un millón de peregrinos al año.Las cifras son evidencia de la intensa actividad del Papa. A la cantidad se une la calidad, la calidad humana que hizo abrirse brecha entre cientos de años de historia, pionero sin estridencias, pastor de la conciliación.

El perdón a Alí Agca
El 13 de mayo de 1981, tres años después de haber sido designado nuevo Papa, Juan Pablo II volvió a ser único, en este caso por un dramático hecho. Alí Agca, miembro del grupo extremista Los lobos grises, disparó al Papa una bala que se le hundió, directa, en el vientre. Por vez primera en la historia, la sangre de un Santo Padre se derramaba en la plaza de San Pedro, el lugar donde los primeros cristianos fueron martirizados. Pero, el Papa, en un gesto de nobleza y manifestando su real deseo de paz y conciliación, acudió el 27 de diciembre de 1983 a la cárcel Regina Coeli de Roma, a la celda de Alí Agca, para concederle el perdón.Juan Pablo II fue, así, el primer Papa de la historia en visitar una cárcel. Como también fue el primero en recorrer una sinagoga (en Roma, frente al Vaticano, donde ningún Santo Padre se había siquiera asomado) o una Mezquita (como hizo durante su visita a Damasco).Por otro lado, no podemos olvidar su gesto cuando, después de los atentados de las Torres Gemelas, reunió, en Asia, a los líderes de todas las religiones del mundo para rezar por la paz. Este gesto, más el haber sido dinamizador del Encuentro de Asís, en 1986, con representantes de las Iglesias de todo el mundo, le hicieron ser reconocido por su labor ecuménica y conciliadora.
La humanidad del Santo Padre
“Tengo debilidad por la música. Lo sé. Es mi pecado polaco”. En su quinta y última visita a España, en mayo de 2003, los organizadores quisieron obsequiar al Papa con un detalle de pura música emanada de lo más profundo: nada menos que el Ave María de Schubert interpretado con el particular estilo de la Niña Pastori. “Con los brazos abiertos os llevo a todos en mi corazón –dijo Juan Pablo II ante más de un millón de personas congregadas en la plaza de Colón, de Madrid, y aledaños-.El recuerdo de estos días se hará oración pidiendo para vosotros la paz en fraterna convivencia, alentados por la esperanza cristiana que no defrauda (...) Y con gran afecto os digo, como en primera vez. ¡Hasta siempre, España! ¡Hasta siempre, tierra de María!”. Éstas fueron sus últimas palabras en nuestro país, un país por el que demostró a lo largo de su Pontificado especial afecto y simpatía. Dejó el Santo Padre tras su visita, millones de corazones llenos de esperanza y cinco nuevos santos de origen español. No en vano, Juan Pablo II proclamó, a lo largo de su Pontificado, más santos y beatos que todos sus antecesores juntos: 476 santos y 1.314 beatos, todo un récord que habla de su afán por reconocer la verdadera humanidad hecha acción de hombres y mujeres a lo largo del mundo entero.Ahora, ha emprendido su viaje 104 con la serenidad propia de un hombre justo, bueno y noble que nunca olvidó una juventud cargada de lucha, por encontrar luz en un tiempo devorado por las tinieblas. Esa luz que le guió en los tiempos duros de la barbarie, cuando el nazismo se convirtió en un monstruo que llamaba a la aniquilación. Juan Pablo II no le dejó crecer, le combatió. Esa fuerza y coraje le acompañó hasta su último suspiro.

Nunca se rindió
La imagen de un Papa enfermo, con un Parkinson que afloraba en cada gesto, contribuyó a generar un debate en torno a si Juan Pablo II debía renunciar. Él lo tuvo claro y lo expresó, cuando la voz aún no le alcanzaba su garganta herida, a través del arzobispo argentino Leonardo Sandri, días después de la traqueotomía que le impidió rezar el Ángelus en la plaza de San Pedro: “En medio de los enfermos sigo sirviendo a la Iglesia y a la humanidad entera”. Su tenacidad se convirtió en una bandera que ondeaba a lo largo de la cristiandad y a lo ancho de los pueblos que creen en la fuerza del ser humano que cree en Dios y en el otro. Juan Pablo II y su coraje despertaron el corazón de millones de personas que le vieron como paradigma del buen luchador que no se rinde ante la adversidad. Aunque ésta intente doblegarle.

[4 de Abril, 2005]

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