miércoles, 28 de abril de 2010

“¡QUÉ DICHA TENER LA CRUZ!”

Palabras del Párroco
“¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro”.
Son estas palabras de San Andrés de Creta, un grito lanzado a una sociedad, que apreciando otros tesoros más inmediatos y materiales, rechazan la Cruz de Cristo.
¿Qué celebramos en el hoy del mes de mayo? ¿El triunfo de la Cruz de Cristo o el rechazo de la Cruz de Cristo? Hubo un periodo (que aún hoy no se ha superado) en el que se rechazaba el cristianismo a causa de la Cruz. “Ella habla de sacrificio –se decía-; ella es signo de negación de la vida. En cambio, el hombre quiere la vida eterna, sin restricciones y sin renuncias. Queremos vivir, sólo vivir. Y se exaltaba el no dejarse limitar por mandamientos y prohibiciones, al mismo tiempo que prohibimos la presencia de la Cruz (¡qué contradicción!¡qué hipocresía!): queremos riqueza y plenitud”. Así se decía y se sigue diciendo todavía. Todo esto parece convincente y atractivo. Pero es el lenguaje de la serpiente, que no se cansa de decir: “¡no tengáis miedo! ¡comed tranquilamente de todos los árboles del jardín!
Pero los enemigos de la Cruz de Cristo, también son de otra índole, según nos señala san Pablo. Una de ellas es la tentación de hacer “vana” la Cruz de Cristo; es decir, de vaciar la cruz de Cristo, huir ante el acontecimiento de la Cruz: se vacía la cruz de Cristo cuando el hombre piensa que sólo cuenta el Resucitado; se vacía la cruz de Cristo cuando la cruz es reducida a puro simbolismo de la entrega más completa de uno mismo, olvidando que manifiesta quién es Dios para nosotros; se vacía cuando reducimos a Cristo a un mito, cuando olvidamos su historia. Otro de los enemigos lo señala San Pablo en la carta a los Felipenses 3, 18-19: son los que no entienden el Misterio de la Cruz, comportándose con enemistad hacia la Cruz, enemistada que se manifiesta en la forma de vivir; son aquellos que se encierran anta un Dios crucificado, rechazando la Cruz como camino elegido por Dios para redimir al mundo; son aquellos que rechazan el Misterio de la propia Cruz, que no quieren tomarla.

“¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro”.
La Iglesia nos invita, en este tiempo pascual, levantar con orgullo la Cruz Gloriosa para que el mundo vea hasta dónde ha llegado el amor del Crucificado por los hombres, por todos los hombres. La Iglesia nos invita, en tiempo pascual, a dar Gracias a Dios porque de un árbol portador de la muerte, ha surgido de nuevo la vida. La Iglesia y sus hijos celebramos, pues la VIDA.
Amantes de la Cruz, ¡vamos a poner flores en la cruz! Vamos a vestirla de rosas, no para ocultar engañosamente la dureza del leño, sino para transformar el leño en un rosal. Pondremos rosas de amor en el madero, hoy-mañana- y siempre, como si cada rosa fuera un injerto espiritual. Cada r
osa lleva la sabia del espíritu y el perfume del amor.
Vamos a cubrir de rosas la cruz de Cristo. Decía una joven, que de manera inesperada cargó con la cruz del cáncer, que no se hablase tanto de cruz; que esa cruz no le pesaba, porque estaba cubierta de flores. Y explicaba: cada palabra amistosa que me dicen, cada beso que recibo, cada oración que me ofrecen, cada prueba de cercanía e interés, es una flor que yo coloco en mi crus. ¡Y son tantas! ¿Prohibirán o harán desaparecer, también, estas cruces? ¿Por decreto…?
“¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro”.
Antonio Cepeda Lepe
Articulo incluido en el boletín 2010

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